
Es una temporada donde corazones que durante el resto del año permanecen cerrados, de repente se abren con sensibilidad hacia el mensaje del evangelio.
Pero también es una de las etapas más exigentes para los pastores y equipos de liderazgo. Preparar mensajes especiales, organizar actividades, acompañar emocionalmente a personas en necesidad, planificar eventos evangelísticos y sostener el ministerio regular puede convertirse en un desafío abrumador.
Aun así, en medio del ritmo acelerado, la Navidad nos recuerda el corazón de la misión: anunciar que Cristo vino a buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10).
Diciembre es un mes donde la Iglesia tiene un alcance que rara vez se repite en otra época del año. Muchas personas que usualmente no asistirían a un servicio, aceptan una invitación navideña. Las comunidades locales buscan actividades, celebraciones familiares, obras musicales y espacios de reflexión.
Sin embargo, este enfoque evangelístico no debe hacernos perder de vista otro aspecto igualmente importante: las necesidades de quienes ya forman parte de la congregación.
Mientras se organizan campañas evangelísticas y actividades abiertas a la comunidad, la iglesia enfrenta un riesgo silencioso: que la vida espiritual interna se debilite por la intensidad de la agenda.
En navidad, muchas iglesias pueden:
Los pastores sienten la tensión: ¿cómo ir tras los no alcanzados sin descuidar a quienes ya forman parte del cuerpo de Cristo?
Quienes sirven en el liderazgo saben que diciembre no es simplemente “un mes más”. Es un tiempo de alta demanda:
Todo esto mientras se intenta dar lugar a la propia vida familiar del pastor, a su descanso y a su búsqueda personal de Dios.
La época navideña no es solo una oportunidad para evangelizar: también es un tiempo para profundizar la vida espiritual de la iglesia.
La Navidad nos invita a recordar que “el Verbo se hizo carne” (Juan 1:14). Preparar corazones para esta verdad requiere enseñanza, reflexión y espacios donde la Palabra sea el centro.
La Navidad también despierta emociones difíciles: personas que enfrentan duelos, soledad, cansancio emocional o pérdida de esperanza.
Acompañar, orar, escuchar y contener es parte del rol pastoral en estas fechas.
La misión no se detiene por la agenda navideña. La enseñanza bíblica, la oración comunitaria y la vida espiritual deben seguir teniendo un lugar importante, incluso si cambian sus formatos.
En Navidad, la iglesia está llamada a velar tanto por quienes están entrando como por quienes llevan años caminando en la fe.
Ambos grupos necesitan: enseñanza, esperanza, cuidado, y espacios de comunidad.
En una época donde todo parece acelerarse, la Iglesia puede ser una voz que llama al descanso, a la gratitud y a la adoración.
El nacimiento de Jesús nos recuerda que:
La Iglesia tiene un rol invaluable durante la época navideña:
Los pastores y líderes llevan una carga especial en estas semanas, pero no están solos. La misión es grande, pero Dios da gracia para servir con excelencia sin descuidar el corazón.
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